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sábado, 10 agosto 2024

Marina Marroquí: «Se pueden superar las secuelas de la violencia de género»

Marina Marroquí es experta en violencia de género. Imparte talleres de prevención y detección precoz de conductas sumisas y agresivas en adolescentes. Su forma de hablar con las y los jóvenes, sincera y directa pero siempre a través del humor, le ha dado la oportunidad de tratar algunos de los mayores tabúes que rodean a la violencia de género dentro de las escuelas.

Es esa novedosa forma de impartir estos talleres la que ha hecho que, recientemente, le hayan otorgado el premio ‘Meninas 2020’ a la lucha contra la violencia de género. Un camino que, asegura, es mucho más profundo de lo que parece. 

Partimos del no amor para indagar junto a Marina en las bases sobre las que se asienta la violencia de género. Para descubrir qué la hace tan fuerte y por qué el agresor continúa ganando todas las batallas de esta guerra silenciosa.

«el machismo invisibiliza las primeras señales de la violencia de género, convirtiéndolas en amor romántico»

Eres educadora social, activista y autora de ‘Eso no es amor’, un libro en el que propones retos para trabajar la igualdad. ¿Cuántas formas de no amor existen y cómo nos afectan?

Existen muchas formas de no amor. ‘Eso no es amor’ es el resultado de esos desamores que me he encontrado trabajando con los adolescentes. De todas las problemáticas que me encuentro cuando trabajo con ellos la violencia de género que no puedo abordar.

El machismo invisibiliza las primeras señales, convirtiéndolas en amor romántico absoluto. Luego te dice que tú eres muy tonta y muy débil por haber caído en ella.

Por eso los primeros capítulos los dedico, sobre todo, a la autoestima. Después trabajo el bullying, la diversidad sexual, la violencia de género, el racismo…porque al final todos tienen la misma base: una persona se cree superior a otra. Uno de los pilares fundamentales para erradicar todos esos tipos de violencia que, al final, tienen un mismo culpable tiene que pasar por una autoestima interna fortalecida. 

¿Qué es lo que más te sorprende en el trabajo con las nuevas generaciones?

Hay una generación de adolescentes que no estamos sabiendo aprovechar. Hay chavales de 14 años a los que les siguen 3 millones de personas en las redes. Hacen vídeos que a la generación anterior le hubiese costado tres carreras. 

Pero es una generación más polarizada que nunca. Son generaciones nativas feministas que a los 8 años estaban en una manifestación del 8M. Este activismo en clase se mezcla con chicos que a los 10 años consumen pornografía diariamente.

Es una realidad que hemos estado negando porque la educación afectivo-sexual la hemos dado por hecho y hemos dejado que eduque esa pornografía tan agresiva. Estamos educando a una generación de hombres que no son capaces de intuir un sexo recíproco. Muchos me preguntan cómo lo van a saber. Si una chica no te besa, no te acaricia, no te toca, no te mira, no quiere acostarse contigo.

«Hemos dado por hecho la educación afectivo-sexual y hemos dejado que eduque la pornografía agresiva»

Cuando hablamos de violencia de género muchas veces lo imaginamos como algo abstracto, algo genérico. ¿Qué importancia tiene saber cuáles son las violencias machistas que existen?

Poner el foco en la violencia de género es muy importante porque estaba muy invisibilizado, pero al final los chantajes, las coacciones sexuales, el acoso laboral, el acoso callejero, el abuso infantil… todo tiene la misma raíz. Y llamarlo violencias machistas o terrorismo machista es muy importante para abrir el paraguas.

Por ejemplo, la violencia estética. Crecemos teniendo que ser un prototipo y, si no, somos un fallo del sistema. Yo estoy gorda y, por ello, la mitad de mi vida he pensado que era incluso más tonta que el resto de personas. Es el método con el que van destruyendo tu autoestima y tu personalidad, haciéndote sentir inferior y te crees que eres afortunada porque le gustas a cualquier tío que venga.

Películas, medios de comunicación, música, publicidad… Vivimos en una sociedad que lo sexualiza todo y que todo lo consigue con violencia. Es un mecanismo macabro que te va destruyendo hasta que los maltratadores y los violadores, que son como los últimos de esa cadena se aprovechan del sistema.

En el taller de violencia de género, que dura 3 horas, hablo la última media porque necesito que hagan esa reflexión y que se despierte esa mentalidad crítica que no entra en las escuelas o entra de puntillas.

En tus charlas has dicho cosas tan duras como que “solo se puede escapar de la violencia de género, si otra mujer ocupa tu lugar en ese infierno”. ¿Qué es lo que falla? ¿Qué debería pasar para acabar con esta lacra social que se ha perpetuado en el tiempo?

Creo que el sistema comete errores durante todo el proceso que paga la víctima. Actualmente se exige que la víctima lo identifique sola, que ponga la denuncia, que sea creíble. Tú puedes tener un relato totalmente real, pero si te baila una fecha todo tu testimonio se pone en duda porque se va buscando la mentira. La víctima lo que quiere, cuando consigue darse cuenta del maltrato, es salir viva

Por eso, la inmensa valentía de las mujeres que denuncian; algo de lo que yo nunca me atreví porque sabía que me iba a costar la vida. Tardé 5 años en buscar ayuda profesional para decir violencia de género en voz alta, en poder desbloquear de mi mente la cantidad de barbaridades que me había hecho. Sin embargo, ellas arriesgan su vida para hacer justicia. 

Al final el maltrato es como el crimen perfecto: cometo mil delitos en ti, te anulo psicológicamente tanto que no lo puedas describir y, si no los describes, nadie va a protegerte. Solo 1 de cada 3 mujeres consigue poner una denuncia por violencia de género y solo el 8% consigue poner denuncia por violencia sexual. La inmensa mayoría ni siquiera aparece en estadísticas. Por eso es necesario todo un sistema que apoye psicosocialmente a la víctima desde el primer momento y repare el daño, algo que no se contempla. 

De todas esas secuelas de las que hablas, que no sería capaz ni de imaginar cuáles son, ¿qué es lo más difícil de superar cuando eres víctima de violencia de género?

Creo que es mucho más difícil superarlo que vivirlo. El síndrome de mujer maltratada lo que hace es protegerte. Es una venda en la que crees en la manipulación del agresor, crees que no será para tanto, que va a cambiar. Pero, en el momento que sales de esa relación y esa venda se cae, ves que has salvado la vida por los pelos. A mí me estranguló y me dejó tirada en un descampado. Posiblemente pensó que estaba muerta. O con un cuchillo me cortó y tuve suerte porque cortó el brazo y paró. Pero hay muchísimos día a día que no paran.

Cuando tomé la decisión pasaron meses y meses en los que me perseguía allá a donde fuera. Recuerdo darme la vuelta y suplicarle, por favor, que me matase. Era muchísimo mejor estar muerta que vivir lo que estaba viviendo. Por eso la reparación del daño es tan urgente porque la inmensa mayoría de las mujeres se acostumbran a vivir con esas secuelas. Se cronifican y forman parte de tu vida diaria.

La violencia de género no llega de repente. Es algo que necesita tiempo y que, casi siempre, llega silenciosa especialmente para la persona que la sufre. ¿Qué podemos hacer en nuestras relaciones para detectar que estamos sufriendo violencia de género?

Manipular a una persona es un trabajo de artesanos. Es una relación en la que el agresor tiene que hacerte sentir culpable en todo momento o saber continuamente dónde estás. Entrenan cómo maltratar y perfeccionan su técnica como los asesinos en serie. 

Por muchas mujeres que vea siempre parece que nos ha maltratado el mismo. Mismas frases, mismas actitudes, mismos escenarios… Mismo proceso. ¿De verdad nadie quiere estudiar ese proceso para proteger a la víctima?

Es importante empezar a poner el foco en el maltratador, en el modus operandi que utiliza para anular de esa forma a su víctima. Por eso cuando doy herramientas analizamos cómo maltrata un maltratador para minar tu autoestima, por qué necesita aislarse socialmente.

«Necesitamos teorizar sobre la violencia de género porque, si no, no vamos a tener argumentos contra los que luchar»

Hace unos meses oímos hablar de una “supuesta” violación en Valencia de 10 jóvenes a una menor. No es la primera vez ni, por desgracia, va a ser la última. ¿Hay un vacío en el trabajo con los hombres para prevenir que se conviertan en maltratadores?

Estamos creando una generación de violentos buenas personas. La nueva masculinidad tiene que ser la norma para poder cambiar algo. Creo que los hombres deberían preguntarse cuál es su papel contra el machismo, más que su papel como feminista. Para el feminismo eres mucho más útil si trabajas con tu entorno cercano de hombres, atacando la masculinidad actual. Porque no sirve de nada que escribas libros, si después estás en 4 chats en el que entran constantemente fotos de chicas desnudas y webs porno. Si dices que no participas, pero no haces nada. 

En la manada había un chat de veinte personas. Cuando en los talleres leo trozos de esas conversaciones y les digo que nadie hizo nada… Habría que preguntarse por qué esas personas no han sido juzgadas por omisión de socorro. ¿A nivel social qué pasa? Cuando le pregunto a los chicos si se salen de grupos porque les mandan algo muy bestia me dicen que no lo hacen.

«Es necesario todo un sistema que apoye psicosocialmente a la víctima desde el primer momento y repare el daño»

Muchas veces la mujer que ha sufrido violencia de género no solo es considerada la víctima, con todo lo que eso supone, sino que en muchas ocasiones hasta parece ser la culpable de lo que le pasa. ¿Se podría enfocar de otra manera?

La sociedad juega a un juego muy peligroso porque victimiza y culpabiliza a la vez. Siempre pongo el ejemplo de Marina y Laura. Marina se separó, empezó una nueva relación e iba a casarse con su nueva pareja. Tenía tanto miedo que le pidió a una amiga que la acompañara. El maltratador mató a las dos. Es cómo se trató la historia. Todo el mundo conocía la cara del asesino. Todo el mundo conoce la cara de Marina y Laura. ¿Cuántas caras se conocen de las otras víctimas que asesinan? En la televisión se escuchaba una y otra vez: “Es que la amiga no tenía la culpa”. Entonces la víctima sí.

Es un juego perfecto en el que tú eres una exagerada hasta que te mata. Entonces la gente se pregunta por qué no has hablado antes. ¡Pero si a todas las que lo cuentan se les cuestiona! Solo un 15% de las mujeres asesinadas el año pasado habían interpuesto denuncia. Algo estamos haciendo mal y son las víctimas las que van a pagarlo. 

Por eso la Macroencuesta es tan importante porque ha sacado de la alfombra toda esa violencia que no aparecía en ningún lado. Necesitamos teorizar sobre la violencia de género porque, si no, no vamos a tener argumentos contra los que luchar.

Marina tiene esperanza. Por eso siempre basa su testimonio en la misma premisa: puedes superar esas secuelas, vivir sin miedo y ser feliz. No hay un precio que pagar por sufrir el maltrato. Lo importante, dice, es contar con ayuda profesional especializada en violencia de género para ayudar a esas mujeres a salir del del horror que el maltratador ha creado, para acabar con la violencia de género.

Si quieres leer un artículo relacionado con la Violencia de Género, pica en este enlace: https://www.landbactual.com/la-realidad-silenciosa-de-la-violencia-de-genero/

Fotos: Cedidas por Marina Marroquí

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Me llamo Yaiza Mederos Norro y nací en Gran Canaria en 1982, tierra donde me he criado. Aunque sé que soy de aquí y de ninguna parte, me siento isleña de corazón, quizás por eso cuando estoy lejos del mar parece que me falta algo. Las mujeres de mi familia, por las que siento un profundo respeto, han sido mi referente en la vida. He margullado toda mi vida entre palabras e imágenes, mis dos grandes pasiones. Llevo casi diez años trabajando como periodista y reportera gráfica en medios de comunicación y en agencias de publicidad. Me encanta la Naturaleza, escribir y viajar. Creo firmemente que la educación, la autocrítica y el amor son aspectos fundamentales para transformar el mundo en algo mejor.

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